Me encontré con un personaje, Lawrence Okolie, que hasta la semana pasada no conocía.
Lawrence es un boxeador britanico que representó al Reino Unido en los Olímpicos de Río de Janeiro en el 2016.
Es un tipo de 28 años que como profesional ha tenido 16 victorias en 16 peleas de las cuales 13 han sido por knock out.
El caso es que Lawrence en el año 2012 era un adolescente que trabajaba en McDonalds, que era buleado contsantemente y que sufría de sobrepeso.
La historia va a que mientras él estaba viendo el boxeo en los Olímpicos de Londres de ese año, alguna chispa se prendió en él y decidió que debía cambiar, el cuenta, que lo primero que hizo fue dejar las hamburguesas.
Decidió que quería ser boxeador.
Las estadísticas que les puse arriba nos hablan claramente de lo que ha conseguido.
Solo pensemos en esto, en solo 4 años logró clasificar a los juegos olímpicos. Woooowww…
¿Cómo lo hizo? Lo que sigue es sacado de palabras, que le escuché al mismo Lawrence y que ahora estoy leyendo en su libro, Dare to Change your Life.
Lo primero, el reconoce que existían muchos que estaban muy por encima de él en talento.
Entendió la importancia e incorporó la disciplina en su vida y en sus objetivos de carrera.
Hay algo que repite todo el tiempo, y es ser accountable, siempre dice, nunca podemos perder el ser personas accountables, y esto va relacionado con otro punto que menciona con firmeza, eliminemos esa mentalidad de víctima que muchos de tenemos, depende únicamente de nosotros.
Agrego una frase que me encantó “debemos atrevernos a conseguir resultados, no hay otra forma de lograrlos”.
Quiero cerrar con una reflexión que él nos recomienda de que hacer cuando esa vocecita que todos tenemos, nos empieza a decir, no vas a poder, no tienes lo que se necesita, no lo vas a lograr.
Su recomendación es, la de construir mapas mentales apegandonos siempre a la estrategia.
Aquí les comparto un podcast donde él cuenta su historia.
Pues bien, si Lawrence lo logró, qué nos falta a nosotros para hacerlo en nuestras empresas, para implementar sus recomendaciones, quizás un amigo que nos jalone y nos acompañe, quizás un mentor.
Siempre los hay, más cerca de lo que creemos es cuestión de hacer lo que él hizo y tomar la decisión de avanzar.
¿Nos atrevemos, o vamos a seguir igual por siempre?
Un abrazo,
Miguel Andrés Rozo
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